PRESUPUESTO 2005: Kirchner pretende más superpoderes y menos control
El presidente Kirchner se aleja cada día más de esa tan declamada opción política renovadora y progresista que decía ser y también de la fachada que lo intentó presentar lejos del peronismo tradicional y promoviendo la construcción de acuerdos con figuras de diferentes sectores políticos y sociales transversales al peronismo.
Desde sus inicios advertimos que el gobierno manifestaba una tendencia hacia la concentración excesiva del poder, desechando la búsqueda de los consensos políticos, y menospreciando la división de poderes; que centralizaba el manejo de los resortes básicos del gobierno y la toma de decisiones en un círculo áulico que hizo uso y abuso de los decretos de necesidad y urgencia; y que frente a sus primeras crisis de gobernabilidad eligió rápidamente recostarse en acuerdos con los sectores conservadores del peronismo.
Así, en la práctica cotidiana, el gobierno ha ido virando hacia un peronismo más recalcitrante con preocupantes componentes autoritarios que, apoyado en su buena imagen, ejecuta un manejo cada vez mas discrecional del poder.
En este contexto:
1) Hay casi tantos Decretos de Necesidad y Urgencia como proyectos de leyes enviados al Congreso.
2) No hay información al Congreso ni a los partidos políticos sobre la negociación excepcional de la deuda externa (por monto, características, complejidades, etc).
3) Hay cada vez mayor monto y menor claridad en los mecanismos de asignación de subsidios al sector privado (Por ejemplo: los derivados de la crisis energética y de construcción de los gasoductos) los de transportes (ferrocarriles; ómnibus); los de industria naval; los de la nueva línea aérea estatal que aún no decola; los de Yacyretá; el proyecto de la Empresa seudo estatal ENARSA y podríamos seguir....
4) Se deterioraron los mecanismo de control (se han substituido directores de órganos reguladores sin cumplir el procedimiento legal que le da participación especial al Congreso).
Una muestra mas de este accionar está dada por la manipulación que hace de la Ley de Presupuesto.
A la Ley de Presupuesto se la denomina Ley de Leyes, porque es la ley que establece todos los fondos públicos con que contará el gobierno cada año y la manera en que deberán ser invertidos.
Según la Constitución Nacional es el Congreso de la Nación quien debe aprobarla y es una manera de evitar que el Poder Ejecutivo pueda administrar esos fondos sin Control y según su discrecionalidad.
Sin embargo, durante el año 2004 el gobierno ha soslayado la Constitución Nacional y abusado de facultades delegadas por el Congreso. Dictando 4 Decretos de Necesidad y Urgencia (para facultades no delegadas) y 36 decisiones administrativas, el Jefe de Gabinete, AUMENTÓ Y MODIFICÓ el destino de más de $ 5.500 Millones de pesos (casi el 10 % del presupuesto total) a su solo arbitrio y antojo.
Con manejos discrecionales como estos se ha llegado a deformaciones tales como las del reparto de fondos para obras viales.
Durante este año, de los 1326 millones a distribuir, es escandaloso lo adjudicado a la Provincia de Santa Cruz que recibió el 30% del total ejecutado. A saber: la Provincia de Buenos Aires recibió 426 millones; Santa Cruz 400 millones; Córdoba 150 millones; Jujuy 127 millones; Chaco 80 millones; Misiones 72 millones; Tierra del Fuego 34,5 millones; La Pampa 12 Millones; Río Negro 11 millones y SANTA FE $ 4,2 millones.
millones; Tierra del Fuego 34,5 millones; La Pampa 12 Millones; Río Negro 11 millones y SANTA FE $ 4,2 millones.
Sin embargo, ésta situación no solo amenaza con repetirse durante el año 2005, sino que es intención del gobierno profundizar la discrecionalidad en la asignación y el manejo de los fondos y dificultar el control de la ejecución de los recursos.
En La Ley de presupuesto para el año 2005, recientemente enviada al Congreso, el Poder Ejecutivo pretende que se amplíen aún más las facultades extraordinarias en cabeza del jefe del gabinete para modificar partidas y afectaciones, sin respetar la ley de administración financiera (Art.11) y sin respetar la ley de responsabilidad fiscal (que se aprobó hace apenas 60 días).
Kirchner quiere ahora que se autorice al Jefe de Gabinete a incrementar los gastos corrientes en detrimento de los gastos de capital. Esto, por ejemplo permitiría que -por la sola voluntad del presidente y sin la intervención del Congreso, fondos, originalmente previstos con destino a obras o inversiones, puedan terminar siendo gastados en las millonarias campañas publicitarias que están haciendo o aplicados al pago de la Deuda.
Por otra parte, en el proyecto de presupuesto 2005 elevado (Art. 11, 2do párrafo) el Ejecutivo pretende que el jefe de gabinete pueda transferir las facultades delegadas por el Congreso a los ministros y para las partidas asignadas a sus ministerios. Así el control de la ejecución del gasto se volverá una tarea imposible, debiéndose analizar una maraña de disposiciones ministeriales para entender como y en que se gastó el dinero público. Mas discrecionalidad y menos control, tal como le gusta a este gobierno.
Fiel al estilo peronista, Kirchner está colocándose cada vez mas lejos de los paradigmas de una Buena Administración contra la corrupción (Presupuesto participativo, racionalidad y transparencia en la ejecución del gasto, intervención oportuna de los organismos de control y rendición de cuentas) y propone mecanismos que lo ponen en directa sintonía con su historia de clásico peronismo clientelista, prebendario y autoritario.
No hay ninguna razón de emergencia que justifiquen nuevas delegaciones de facultades.
El gobierno -que posee mayoría propia en ambas cámaras- no necesita para gobernar instrumentos especiales que no sean la solicitud al Congreso para la asignación de los fondos.
Es imprescindible para la salud institucional de la República que, el Congreso retome el camino del control constitucional y reclame para sí las facultades de decisión sobre el presupuesto nacional que le son propias.
Lamentablemente si la mayoría justicialista del Congreso no deja de actuar como el obsecuente del Poder Ejecutivo, el presupuesto nacional seguirá siendo un papel sin valor y el país irá dejando jirones de calidad democrática e institucional en cada una de las arbitrariedades del gobierno.